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Sprzężenie zwrotne
Przekaż informację zwrotnąEl sushi fue aceptable, en un local muy bien puesto pero con serias deficiencias por lo menos en los platos de cocina. Pedimos lomos , que no era lomo, con papas supuestamente fritas. Un pollo con verduras incomibles mezcladas con papas bañadas en aceite.La atención de las camareras fue muy buena, el servicio de cubiertos es lógico en función del champagne y el pan. La relación calidad / precio, esta desbalanceada, realmente CARO. Lo rescatable, la creme brulee. Muy buena.
Fui con mi amiga y nos sirvieron el plato con papas refritas incomibles, pedimos que nos den papas en mejor estado y en respuesta nos dieron una minima porcion de papas fritas en condiciones , las papas feas no las dejaron en el plato para mas disgusto, pero mientras esperabamos se nos enfrió la carne que es lo unico que pudimos comer. NO VUELVO MAS
Fuimos a cenar. Cenamos un tapeo y todo todo de primer nivel. La atención y calidad de los productos. El ambiente, fuera de serie. Todo todo excelente. Una gran opción en Ramos Mejia.
El lugar hermoso y muy romantico, cenamos en el patio super tranquilo y muy lindo, las mesas con velas, con una distancia suficiente para que haya privacidad y tranquilidad entre cada mesa, posee una fuente en medio del patio que le da un toque super lindo. La atencion de las mosas impecable, nos atendieron rapido y muy amablemente, siempre estan atentas y ademas la mesa tiene un pulsador para llamarlas o pedir la cuenta. El sushi exquisito, la carta presenta gran variedad (recomiendo probar itamae roll), las porciones tienen un tamaño correcto y la relacion precio calidad esta muy bien!De todas las opciones de sushi que hay en ramos me quedo con este lugar. Recomiendo y claramente volveremos!
Fuimos a cenar una reciente noche calurosa y optamos por el patio que tienen en el fondo. Agradable espacio. Pero las decenas de tablones de varios metros de alto y varios kilos de pesos con que van a techar parte del lugar estaban apiladas en una esquina ("¿Será legal eso?", nos preguntábamos graciosamente). Justo cuando llegó la mesera, un viento hizo bambolear uno de los tablones y se lo advertimos. "Es imposible que se caiga, chicos", nos "tranquilizó". Diez minutos después, la tabla caía sobre nuestra mesa... Semanas atrás, habíamos ido al local y nos habíamos quedado con una buena impresión. En parte por eso, no pedimos cambiarnos de mesa cuando el tablón se había tambaleado. También, porque, por sentido de preservación, nos alejamos un par de metros y creímos que quedábamos fuera de peligro.Como sea, el tablón caía sobre nuestra mesa: lógicamente, estábamos atentos, así que reaccionamos y lo desvié cuando caía para evitar que chocara con la mesa. Entre indignados y sorprendidos, esperábamos que algún responsable del local se acercara a pedirnos las disculpas correspondientes. Lo único que pasó fue que un joven adulto, que cenaba en una mesa cercana y sería parte del personal, caminó hacia nosotros y levantó el tablón sin mejor idea que intentar colocarlo en el mismo lugar del que se había desplomado... Tras darse cuenta de que una nueva caída era casi segura, lo colocó en forma horizontal y nos pidió disculpas por el episodio.Minutos después, otro tablón se "zafó" y cayó lateralmente a nuestro costado: hasta que nos fuimos, quedó sujeto por una "chimenea" de ventilación fuera de uso. Tampoco hubo reacción por parte de algún responsable.Estábamos cada vez más sorprendidos, pero la noche nos reservaba otro episodio: cuando ya esperábamos el postre, un tercer tablón se vino contra nuestra mesa. Esta vez, con tanta fuerza, que me causó cierto daño en una de las manos con que, humildemente, impedí que rompiera la mesa y lo que había sobre ella. Otra vez, en vano esperamos que quien fuera responsable asumiera su responsabilidad.Finalmente, tras disfrutar de una sabrosa parrillada de frutos de mar y un exquisito suspiro limeño, nos dispusimos a pagar sin efectuar ningún reclamo ni protesta: personalmente, ya no esperaba ningún gesto por parte del local, trato de no discutir cuando no vale la pena y asumía los hechos como una simple anécdota. Pero, tampoco, contemplaba la posibilidad de que pretendieran que pagáramos en efectivo en vez de con tarjeta de crédito porque "la promo es en efectivo", dato que no nos habían hecho notar verbalmente ni, mucho menos, figuraba en la carta. Por fortuna, no insistieron con esa insólita pretensión. Además, nobleza obliga, en la cuenta figuraba que no nos cobraban servicio de mesa, lo que atribuimos a una especie de "gentileza" por los sucesos soportados.Una pena: cualquiera se equivoca, pero es cualquiera no reconocerlo.