Carnes La Laguna - Miguel Hidalgo

No olviden probar el rib eye añejado de veintiún días es excelente y a un precio muy accesible, decididamente sin comparación de precio y calidad. Recién remodelado.

Lo primero que los distingue es la calidad de la carne.Viene de la región de La Laguna, que se distingue en serio.la atención es muy buena y tiene un supercito ahí junto en el cual venden paquetes ya armados para diferentes tamaños de grupos- sean 2, 5 10 o más-en los que ya lleva la carne, cebollas, carbón, vegetales lo cual es sensacional para llevar, y al comprarlos le ofrecen el servicio de asarlos ahí mismo sin costo adicional, para llevar a casa y solo disfrutarlos.No es sensacional?

Es un concepto muy interesante, vas a la carnicería anexa escoges tu corte, nacional, argentino o estadounidense, todo de ganado de primera del norte, compras queso, chorizo, chistorra o una papa al horno; y por supuesto una botella de vino o cerveza o refresco o agua. Pagas en la caja y vas al anexo, ahí dejas tu comida en el asador para que la preparen. Lugar excelente para comer como en norte, muy tranquilo y sin pretensiones, en resumen muy bueno.

Creo que lo mejor de éste lugar es el concepto: primero pasas a un pequeño establecimiento tipo Oxxo, compras lo que consumirás (cortes de carne, papitas, cervezas, refrescos, etc.) y al pagar en caja la señorita te pregunta: para comer aquí? Si es así, te cobra los servicios de quienes vayan a consumir y en seguida pasas al local que se encuentra junto donde dos parrilleros te esperan para cocinar tus alimentos a tu gusto (si, incluida la carne). Deliciosos los cortes pero sobre todo y lo que mas me gusta, nada ostentoso para ser Polanco.

Si eres de la idea de comer un buen corte de carne pero el que compras lo terminas quemando o te sale crudo, aquí un experto lo pone al fuego por ti y lo deja en el punto exacto de cocción que tu eliges. Experiencia que vale la pena, eliges tu corte, el cocimiento y te lo llevan a la mesa con un costo justo. También tienen paquetes que vale la pena probar